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Salvador Macip (UOC): “En España existe el mantra de que investiguen los demás”

El director de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) cree que el país debe redistribuir de forma más inteligente los recursos económicos que se emplean en sanidad.

A. Escobar

2 feb 2023 - 04:56

Salvador Macip (UOC): “En España existe el mantra de que investiguen los demás”

 

Es médico, investigador y escritor y, desde enero, dirige los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC.  Salvador Macip es catedrático de la universidad catalana y de la Universidad de Leicester (Reino Unido), donde también dirige un laboratorio de investigación en cáncer y envejecimiento. Entre 1998 y 2008, Macip trabajó en el Hospital Mount Sinai de Nueva York, donde se dedicó a la investigación sobre las bases moleculares del cáncer y el envejecimiento. A partir de 2008, siguió su carrera científica en la Universidad de Leicester. El experto considera que aunque tradicionalmente la investigación se ha dirigido a combatir el cáncer, de cara a la segunda mitad de este siglo veremos medicamentos “que combaten biológicamente el envejecimiento”.

 

Pregunta: Usted combate el cáncer y el envejecimiento, pero cada vez somos más mayores y pluripatológicos. Ante esta situación, ¿el sistema sanitario será sostenible en el futuro?

 

Respuesta: Tenemos ante nosotros un gran reto a futuro porque el sistema sanitario no está diseñado para gente con edad avanzada. Realmente, ahora mismo estamos alargando la vida, pero con mala salud. Es prioritario pensar en el modelo que queremos darnos, viendo cómo podemos hacer que la esperanza de vida vaya acompañada de buena salud.

 

 

P.: ¿Cómo se puede hacer?

 

R.: Conviene replantear el sistema sanitario, con una mayor inversión para acercarnos a la realidad e integrando a la gente mayor en el tejido social, sin aislarlos como se está produciendo ahora. Otro eje fundamental es encontrar fármacos que vayan dirigidos a combatir los casos que provocan un mayor envejecimiento. Lo que antes era ciencia ficción, en la segunda mitad de este siglo será realidad, y podremos ver medicamentos que combaten biológicamente el envejecimiento.

 

P.: Pero es necesaria mucha inversión.

 

R.: Durante la época más dura del Covid-19 lo vimos: con dinero, todo siempre es más fácil. La ciencia es lenta y no puedes pretender que vaya más rápida de lo que debe ir, aunque gracias a las ayudas europeas se han acelerado proyectos. Tradicionalmente, los recursos se han destinado a la investigación contra el cáncer, pero ahora tanto la parte pública como la privada están viendo que investigar sobre el envejecimiento es una mina de oro.

 

 

 

 

P.: Como investigador, ¿cree que es más fácil desempeñar su labor en el extranjero que en España?

 

R.: Por norma general, fuera hay más dinero para investigación, pero la que se hace en España es muy buena. De hecho, los dos principales investigadores en envejecimiento estaban en Barcelona y tuvieron que irse a trabajar al extranjero. El problema es que no hay dinero para todos y para los grupos investigadores jóvenes o que llevan poco tiempo es más complicado encontrar fondos. El gran hándicap no es la calidad, sino la cantidad de ciencia buena que pueda haber o podamos necesitar.

 

P.: ¿Qué le falta a España? ¿Profesionales, más ideas o recursos económicos?

 

R.: Existen profesionales, pero se van fuera, teniendo en casa un gran polo de investigación. Somos capaces de generar talento, pero el gran problema es ser igual de competitivos que otros países.

 

 

P.: ¿Cree que no hay dinero para todo el mundo?

 

R.: Los recursos son los que son, pero sí se deben redistribuir de forma mas inteligente. En España siempre ha habido ese mantra de que inventen ellos, que lo hagan los demás. La ciencia es cultura, es prestigio, pero también es dinero.

 

 

P.: ¿Seguirán inventando los demás por nosotros?

 

R.: El Covid-19 ha puesto claro el foco en la investigación, pero como ya hemos pasado el pico de la pandemia, parece que ya no es tan relevante la investigación. Por desgracia, todo lo que hemos aprendido será menos de lo que debería.

 

 

 

 

 

P.: También dirige un curso sobre medicina personalizada y de precisión. ¿Se está aplicando la teoría a la práctica? ¿Está siendo relevante en la parte clínica?

 

R.: Hemos comenzado a aplicarla. Cada persona responde diferente a los fármacos. La medicina estratificada es la gran revolución de la medicina. En cáncer, por ejemplo, ya se está aplicando, y ahora podemos dividir las pacientes con cáncer de mama en tres o cuatro grupos diferentes. Pero no nos engañemos; su aplicación es cara y no sé si seremos capaces de hacerlo con otras enfermedades. ¿Un sistema público se lo puede permitir?

 

 

P.: ¿Qué cree usted?

 

R.: Cada vez hay más diferencia entre ricos y pobres. Tenemos un mundo a dos velocidades. Cuando más avanza la tecnología en el sector de la salud, más se separan esos dos mundos. Por poner un ejemplo, el mecanismo Covax para permitir que los países de ingresos bajos y medios accedan a las vacunas contra el Covid-19 iba a ser un ejemplo de solidaridad y se ha acabado convirtiendo en las migajas.

 

 

P.: ¿Las universidades están fomentando bien la transferencia a las empresas?

 

R.: Hay mucho caldo de cultivo hacia la parte o la iniciativa privada. El sistema científico y de salud necesita la parte privada. La vacuna contra el Covid-19 no hubiera sido posible sin una gran compañía detrás. La colaboración es esencial.

 

 

P.: ¿La formación está realmente adaptada a la realidad y necesidades de los sistemas sanitarios actuales?

 

R.: Se están haciendo muchos esfuerzos para crear personas multidisciplinares, aunque seguimos cerrados en nuestros pequeños reinos. Hoy no se puede hacer investigación sin estadistas. Necesitamos profesionales que se sientan cómodos en las “fronteras”. Existe un problema de humanismo en las carreras de ciencia, no creamos profesionales con el lado humanista. Al revés sucede lo mismo.