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Hospital General de Catalunya: el centro de la burguesía catalana que no terminó de cuajar

El centro médico situado en Sant Cugat del Vallès (Barcelona) está considerado actualmente como uno de los mejores de España, pero durante sus más de treinta años de historia ha tenido que superar grandes baches.

Albert Cadanet

29 oct 2019 - 04:58

Hospital General de Catalunya: suspensiones de pagos, cambios de propiedad y una oferta fantasma

 

Casi 35 años después de su inauguración, el Hospital General de Catalunya presume de excelencia. En septiembre de 2019, el centro situado en Sant Cugat del Vallès (Barcelona) recibió hasta seis galardones en los premios BHS – Best Spanish Hotel Awards, una serie de reconocimientos que lo sitúan como mejor hospital de España en campos de la medicina como el digestivo, el respiratorio o el hepatopancreático. Pero el viaje de esta infraestructura de titularidad privada para llegar a este punto ha sido una auténtica montaña rusa, acumulando grandes deudas y pasando a manos de distintos propietarios.

 

La idea de construir el Hospital General de Catalunya surgió en 1973, cuando un grupo de empresarios próximos a Jordi Pujol, entonces presidente de la Generalitat de Catalunya, apostó por la creación de un nuevo centro de salud basado en un modelo de gestión relativamente novedoso. Cada socio realizaba una aportación de entre 25.000 y 260.000 pesetas (entre 150 y 1.563 euros) a cambio de una participación de la sociedad que les daba derecho a ser atendidos en el hospital de por vida. Los promotores confiaban en llegar a un acuerdo con la Administración pública para que, una vez construido el centro, los socios pudieran ser atendidos por la Seguridad Social. En esencia, pretendía ser un hospital sostenido con fondos públicos pero que sólo podían usar sus accionistas.

 

El proyecto convenció a más de 65.000 inversores, quienes aportaron un total de 7.000 millones de pesetas (42 millones de euros). Entre los artífices de la iniciativa se encontraban Joan Vidal Piqué, abogado de Pujol en el caso de Banca Catalana; Antón Cañellas, exdiputado en el Congreso de los Diputados por Unió del Centre i la Democràcia Cristiana de Catalunya (UC-DCC); Carlos Soler Durall , y Leoncio Domènech, exregidor del Ayuntamiento de Barcelona.

 

 

 

El hospital entró en funcionamiento en 1983, pero la propuesta no terminó de cuajar. Uno de los grandes problemas del centro fue la sobredimensión. Inicialmente contaba con 700 camas, pero sólo se llegaron a utilizar poco menos de 250. Costear los servicios era excesivo, y los socios terminaron pagando a distintas mutuas para poder disponer de asistencia médica.

 

En sus primero cinco años, el Hospital General de Catalunya generó un déficit de 8.000 millones de pesetas (48 millones de euros). Esta cantidad continuó aumentando hasta que, en 1993, la entidad presentó suspensión de pagos y despidió a 350 trabajadores. A través de avales de la Generalitat de Catalunya, finiquitos de los acreedores y una renuncia de los derechos de los socios, el centro sobrevivió.

 

Posteriormente, en 1999, el hospital presentó la antiga suspensión de pagos tras acumular unas pérdidas de 204 millones de euros y una deuda de 102 millones de euros, siendo la Seguridad Social, Hacienda y el Institut Català de les Finances sus principales acreedores. A raíz de esta situación, el centro colgó el cartel de se vende. Dos años más tarde, en 2001, el Hospital General de Catalunya pasó a manos de Ibérica de Diagnóstico y Cirugía (IDC), participada por el fondo CVC. Asimismo, la Generalitat de Catalunya firmó un convenio para los próximos diez años con el nuevo propietario para que atendiera a pacientes de la sanidad pública a cambio de diez millones de euros anuales.

 

 

En 2011 volvió a renovarse el convenio, pero el hospital pasaría a tener un nuevo gestor. En 2014, Ibérica de Diagnóstico y Cirugía compró el 61% del grupo Quirón en una operación que fuentes financieras situaron en torno a cien millones de euros. Desde entonces, el grupo Quirón (ahora propiedad de Fresenius) se hace cargo del Hospital General de Catalunya.

 

El último terremoto que sacudió las instalaciones barcelonesas ocurrió en 2016, cuando el entonces consejero de Salud de la Generalitat de Cataluña, Toni Comín, manifestara su interés en adquirir el centro. En una entrevista en TV3, Comín señaló que el Ejecutivo autonómico había ofrecido una oferta económica de entre 50 y 55 millones de euros. “Comprar el Hospital General de Catalunya es una oportunidad de inversión más baja en comparación a la construcción de dos nuevos hospitales en Rubí y Cerdanyola del Vallès (dos ciudades situadas en el área metropolitana de Barcelona)”, según el consejero.

 

A los pocos días, QuirónSalud emitió una respuesta contundente. “El Hospital General de Catalunya no está en venta”, dijo la compañía. Aun así, el grupo hospitalario salió al paso de las declaraciones de Comín y negó que la Generalitat de Catalunya hubiera presentado cualquier tipo de oferta formal.

 

Desde entonces, las aguas se han calmado. El Gobierno catalán y QuirónSalud continúan manteniendo un contrato complementario donde se estipula que, en caso de saturación del sistema público, el Hospital General de Cataluña puede atender a pacientes de la Seguridad Social. El centro factura cerca de cien millones de euros anuales, agrupa a más de 1.100 trabajadores y sigue recogiendo premios que reconocen su labor dentro del sistema sanitario español.