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Territorio comanche: pros y contras del salto a bolsa de las ‘biotech’ españolas

El salto al parqué mitiga el riesgo financiero de unas empresas que necesitan enormes sumas para licenciar sus fármacos. Con todo, el mínimo signo de debilidad castiga enormemente a las compañías cotizadas.

Albert Cadanet

23 sep 2019 - 05:00

Territorio comanche: pros y contras del salto a bolsa de las ‘biotech’ españolas

 

La financiación externa es imprescindible para cualquier empresa que quiera multiplicar su valor, y más en las compañías biotecnológicas. A falta de una inversión pública sólida, la búsqueda de capital privado se presenta como una tarea igual de importante que la propia investigación médica. Los mercados de valores se han erigido como una opción atractiva para las start ups españolas, pero estas deben ir con pies de plomo. En territorio comanche, las arenas movedizas pueden ser letales.

 

Sea en la bolsa de Madrid o en otros mercados, distintas biotech españolas han apostado por dar el toque de campana en busca de inversores que sufraguen sus enormes costes. La opción favorita en el sector biotecnológico es el Mercado Alternativo Bursátil (MAB), donde las compañías vinculadas a esta industria representan el 20% de los grupos no inmobiliarios.

 

“Los mercados ofrecen a las empresas, independientemente de su sector, un mayor acceso a los inversores y diversificar sus fuentes de financiación”, señala Jesús González Nieto, director gerente del MAB. Asimismo, “las compañías presentes en el mercado tienen mayor visibilidad, inspiran más confianza y cuentan con una valoración objetiva en todo momento”, añade el directivo.

 

 

Precisamente todas estas ventajas han motivado que algunas firmas españolas hayan despertado el interés de otras compañías. Es el caso de AB-Biotics, que este mismo año recibió una oferta de la japonesa Kaneka por el 100% de sus acciones. La biotech catalana empezó a cotizar en el MAB en 2010 con un precio de 2,65 euros por título, mientras que la oferta de la multinacional nipona asciende a cinco euros por acción.

 

Para los expertos, el riesgo asociado a una empresa del sector salud es inevitable, tanto si cotiza en bolsa como no. A pesar de todo, coinciden en que el ecosistema biotech español todavía tiene un gran camino por recorrer y que, en los próximos años, el número de compañías que opten por abrir su capital seguirá incrementándose.

 

Pero no todo son ventajas. Los mercados son volátiles y responden ante cualquier estímulo. En 2017, una de las biotecnológicas referentes en España sufrió una de sus mayores caídas en bolsa. Entonces, Roche decidió rescindir un acuerdo con el grupo español para desarrollar un fármaco contra la leucemia. Tras conocerse la noticia, las acciones de la biotech se desplomaron un 27,4%.

 

“La decisión de Roche respondió a una cuestión puramente estratégica y nosotros conservamos la molécula, pero Oryzon es una compañía que tiene cerca de 6.000 accionistas”, comenta Enric Rello, director financiero del grupo. “Puede ocurrir que el mercado no entienda correctamente lo que ha ocurrido y debemos realizar una labor para explicar el modelo de negocio”, continúa el ejecutivo.

 

 

Con todo, el balance que hace Oryzon de su salto al parqué (actualmente cotiza en la bolsa de Madrid) es positivo. Aun así, avisan que está fórmula “no es una receta milagrosa para todo el mundo”. De hecho, el MAB vio como una de sus compañías entraba en este año en una situación delicada. Se trata de Inkemia, que se vio obligada a entrar en preconcurso de acreedores después de no poder completar una emisión de bonos de 22 millones de euros.

 

Josep Castells, presidente ejecutivo del grupo, explicó en una entrevista que la operación fracasó por una cuestión ajena al grupo. “A mitad de 2018 apareció una noticia acerca del MAB en donde se explicaba que el mercado no era líquido, algo que motivó la fuga de inversores institucionales”, señaló el directivo.

 

Para Manuel Reina, profesor del departamento de biología celular de la Universidad de Barcelona (UB), la salida a bolsa de las biotech “es cuestión de madurez”. “Existen empresas investigadoras que han salido a bolsa y han tenido un gran impacto, pero necesitas dotarte de unos órganos de gestión que son muy costosos”, matiza.

 

En este sentido, Reina recomienda que las empresas que se encuentran en fases iniciales de desarrollo se asocien con los agentes que aportan “dinero inteligente”. “Hablamos de business angels o socios industriales que, además de aportar financiación, aportan conocimientos y la capacidad para escalar el proyecto”, indica.