Entorno

Salud digital tras el impacto del Covid-19: nuevo paradigma

La pandemia ha impactado en la sanidad con mucha más dureza que en otros sectores. La tecnología aplicada en este sector está sumida en una revolución que ya ha cambiado nuestra manera de entender la atención médica y sanitaria. ¿Hasta dónde llegarán estas innovaciones y cuánto tardarán en implantarse? ¿Qué ámbitos estarán más afectados y cuáles lo estarán menos?

J.Vera

14 jul 2021 - 04:56

Salud digital tras el impacto del Covid-19: nuevo paradigma

 

La Organización Mundial de la Salud declaró el 30 de enero de 2020 la existencia de un riesgo de salud pública de interés internacional como consecuencia del Covid-19, bajo las regulaciones del Reglamento Sanitario Internacional. Posteriormente, el 11 de marzo de 2020 se consideró la enfermedad como una pandemia por la alta cantidad de personas afectadas hasta ese momento, 118.000 infectados y 4.291 muertos en 114 países. A partir de entonces, diversos países decretaron confinamientos y restricciones para detener el impacto del entonces incipiente virus.

 

La llegada de la pandemia ha generado también un nuevo paradigma en la sanidad.La implantación de la salud digital tiene un largo recorrido, pero el coronavirus ha actuado como catalizador para la implantación de nuevas tecnologías digitales en el ámbito de la sanidad, un acelerador de la modernización del sistema.

 

En los próximos años se espera que el mercado global de tecnologías de salud digital aumente de su valor inicial estimado de 44.320 millones de dólares en 2018.Este mercado mundial de salud digital, hablando en general, se valoró en más de 200.000 millones de dólares estadounidenses en 2020. Según las previsiones recientes, se espera que esta cifra supere los 500.000 millones de dólares para 2024.

 

La apuesta es que la salud móvil y la salud inalámbrica actúen como los principales impulsores de este crecimiento. El crecimiento de la salud digital ha permitido atraer a nuevos inversores, que han realizado fuertes apuestas en start ups. La financiación invertida en este tipo de iniciativa empresarial ha pasado de 1.100 millones de dólares estadounidenses en 2010 a situarse en casi 22.000 millones en 2020.

 

 

 

 

Como se esperaba, Estados Unidos es líder en la industria de la salud digital. Los principales polos dentro de este país son las áreas metropolitanas de San Francisco, también conocida como área de la Bahía, la ciudad de Nueva York y Los Ángeles.El crecimiento en la adopción de soluciones de salud digital antes de la pandemia se ha podido observar, por ejemplo, en el uso de sistemas de registros médicos eléctricos electrónicos entre los profesionales.

 

La proporción de médicos estadounidenses en consultorios que utilizan estos sistemas fue de alrededor del 18% en 2001. Años más tarde, en 2018, la captación se situó en alrededor del 92%. En este sentido, la tasa de adopción es aún mayor entre los médicos especialistas.También se prevé que la telesalud y la telemedicina tengan una importancia creciente en un futuro próximo.

 

Se proyecta que el tamaño del mercado global de la telemedicina aumente de alrededor de 50.000 millones de dólares en 2019, a casi 280.000 millones de dólares en 2025. Especialmente las visitas virtuales, y en este campo con mayor frecuencia las que son en forma de consultas de video en vivo entre pacientes y médicos, han resistido un gran avance en el curso de la pandemia de Covid-19 . La necesidad de distanciamiento social y evitar el contacto con otros pacientes, además de la saturación de los hospitales, las han convertido en una alternativa muy eficaz para la mayoría de visitas no urgentes.

 

 

 

 

La rápida expansión del uso de Internet y las conexiones rápidas en estos dispositivos se clasifican como las condiciones previas esenciales para el auge de la salud digital. La transferencia de datos y el intercambio de información en tiempo real es uno de los grandes beneficios tanto para los médicos como para los pacientes. Aún así, en el caso de estos últimos, muchos pacientes no acaban de confiar en el intercambio de datos de salud debido a preocupaciones sobre la seguridad cibernética.

 

Por otro lado, la población ya puede acceder a una cantidad muy grande de información sanitaria a través de Internet.Estos cambios aplicados en el paciente tienen la denominación de “el paciente informado”. Wall Street Journal Europe definía que el nuevo paciente ya no “es callado y pasivo”, sino que está mejor informado sobre las enfermedades y puede contrastar toda la información que recibe con su médico u otros profesionales. Esto no solamente afecta a las actitudes del paciente, sino también al colectivo profesional médico. 

 

Según el III Barómetro sobre autocuidado de la población española, ya en 2017 la mitad de los españoles buscaban información en Internet después de una visita médica y un 76 % llevan a cabo consultas de manera recurrente en Google. De este barómetro también se desprende que más de la mitad de quienes consultan información en Internet lo hacen a través de los blogs de profesionales de salud. De hecho, la mitad de encuestados afirma “fiarse” de los resultados que encuentra en internet, aunque luego confirmen esta información con un especialista. El 35,8% de los encuestados consideran “medianamente fiable” la información de salud que encuentran en la red, mientras que solamente un 7,3% se fía totalmente.

 

 

 

 

Por otro lado, el 2,1% considera no fiarse absolutamente de nada de lo que se encuentra. Por comunidades autónomas, los habitantes de la Comunidad de Madrid (12,8%) y los riojanos (11,3%) son quienes más dicen fiarse totalmente de lo que encuentran en la red. El IV Barómetro sobre autocuidado de la población española, publicado tras la pandemia, afirma que el 45,3% de los españoles estuvo más pendiente de la temperatura a raíz del Covid-19. Además, el 26,1% de ellos controló el peso, ya que la obesidad está asociada a un pronóstico peor de la enfermedad.

 

Por el contrario, un 33,4% de los encuestados confesó no preocuparse por sus niveles de salud. Tom Ferguson, miembro investigador de Pew Internet and American Life Project, subraya el diario estadounidense que “no puede persistir la idea de que cuando en una consulta se encuentran un médico y un paciente, el que tiene más y mejor información es el médico; es más, de quien más aprendo actualmente es de los pacientes”. Sanitas propone un punto de partida para afrontar estas problemáticas.

 

La confianza desde la calidad es el primero de ellos y pretende eliminar la incertidumbre del usuario ante el volumen informativo que reciben en las redes. Para esto, existen entidades que surgen desde colectivos profesionales y que se presentan como órganos acreditativos de la calidad informativa de una web, partiendo del establecimiento de unos criterios de rigor informativo. Posteriormente, se propone establecer a nivel mundial un estándar ético y de calidad para los contenidos médicos.

 

En Estados Unidos ya hay varias entidades que se consideran acreditativos de calidad. Es el caso de American Accreditation HealthCare, Internet Healthcare Coalition y American Medical Association. En este contexto, la Comisión Europea ha hecho público el Plan de Comunicación sobre la Transformación Digital de la Salud y la Atención. En este documento se  identifican tres prioridades distintas. En primer lugar se menciona el acceso seguro de los ciudadanos a sus datos sanitarios, incluso a través de las fronteras. Esto permitirá a los ciudadanos acceder a sus datos sanitarios en toda la Unión Europea, independientemente del estado miembro del que sean ciudadanos.

 

 

 

 

Otra medida que contempla el plan es la medicina personalizada a través de una infraestructura de datos europea compartida. En este caso, se permite a los investigadores y otros profesionales poner en común recursos de todo tipo, como datos, experiencia, procesamiento informático y capacidades de almacenamiento, en toda la UE.

 

Por último, se pone énfasis en el empoderamiento ciudadano con herramientas digitales para la “retroalimentación de los usuarios y la atención centrada en la persona”. Todo esto, utilizando herramientas digitales para empoderar a las personas a cuidar su salud, estimular la prevención y permitir la retroalimentación y la interacción entre los usuarios y los proveedores de atención médica. Otra medida que afectará profundamente al porvenir de la salud digital es el Plan de Recuperación de la Unión Europea.

 

La Unión Europea lo ha definido como “más que un plan de recuperación”, sino como “una oportunidad única para salir más fuertes de la pandemia, transformar la economía europea y crear oportunidades y trabajos”. El documento asegura que “se cuenta con todo lo necesario para poder hacerlo” y centra su plan en la inversión 750.000 millones de euros en toda la UE. 

 

Una de las subcategorías del plan es se centrará en la creación de una Europa más verde, más digital y más resiliente a través del Fondo de Transición Justa y el programa Europa Digital, donde un total de 1.800 millones de de euros ayudarán a reconstruir la Europa posterior a la Covid-19, con la intención de hacerla “más ecológica, digital y resiliente”. Otro ejemplo de crecimiento de la salud digital es el Reino Unido.

 

 

 

 

En este país, la proporción de visitas al médico por teléfono o vídeo aumentó de alrededor del 13% a finales de 2019 al 48% en el pico de la pandemia en el periodo comprendido entre abril y junio de 2020. Según una investigación de la firma consultora STL, a medida que la presión de la pandemia azotaba los hospitales, las barreras para la adopción de consultas virtuales se redujeron de forma constante. De hecho, el proveedor de consultas virtuales Teladoc ha informado que las visitas totales se triplicaron en el ejercicio 2020, aumentando su número en 2,8 millones.

 

Gerard Taboada, antiguo consultor asociado y jefe de innovación de Emea Gallup, sostiene que serán cuatro los grandes ejes donde pivotarán los cambios derivados de la digitalización en el sistema sanitario. El primero de todos es la gestión digital del sector público. En este ámbito, el Covid-19 primeramente forzó a los distintos organismos estatales a generar nuevas aplicaciones para detener el impacto de la pandemia.

 

La geolocalización para rastrear los movimientos poblacionales durante los confinamientos, o el inicio de la implantación de visitas médicas a distancia son ejemplo de cómo el sector público se tuvo que adaptar de forma ágil al nuevo paradigma. El siguiente paso que Taboada considera clave es la digitalización de todos los registros.

 

La implantación de un pasaporte digital, que incluya un fichero con todos los datos médicos en la nube seguramente sea el siguiente paso. En los sitios remotos, alejados de las grandes infraestructuras, la telemedicina es una herramienta muy útil que facilitará su implementación durante los próximos años.

 

 

 

 

En el caso de la telemedicina, la relación con el médico cambiará a través de la creación de apps y las telellamadas, pero habrá otras esferas que volverán a los escenarios antiguos. Según Taboada, áreas como la traumatología o las urgencias no tienen recorrido a través de la telemedicina o las aplicaciones.

 

En segundo lugar, tras el impacto del coronavirus, la digitalización de la salud acelerará su aplicación en los tratamientos. Su penetración se dará a través de una simbiosis con los tratamientos tradicionales y su aplicación podrá darse en exoesqueletos, con el objetivo de mejorar la movilidad, la creación de tejidos sintéticos, impresión 3D y robots que ayudarán en microcirugías.

 

Otro eje es el desarrollo en el ámbito biomédico. En este caso, el descubrimiento y la patentación de nuevos productos biomédicos ya está viviendo una revolución. La situación de crisis derivada del Covid-19 ha generado un “nuevo paquete de experiencia” para las compañías, start ups, científicos e inversores. Según el consultor, la “curva aprendizaje” que se ha generado a partir de la respuesta al coronavirus agilizará durante años los siguientes procesos de creación, producción y comercialización de medicamentos, tecnología y otros elementos relacionados con la sanidad. “Todo lo que se ha vivido este año y medio ha puesto de manifiesto que hay otras formas de hacer las cosas en los campos de la medicina y la salud; el hecho de que las empresas sean más eficientes, mejores y con menos recursos es un gran legado de estos últimos meses”, afirma el experto.

 

Por último, el Covid-19 ha generado un proceso disruptivo para las nuevas start ups que ha surgido por diversos motivos. A nivel global, existen unas tendencias muy fuertes que han generado que los fondos de inversión apuesten por las start ups. Ha habido cambios en el lugar de trabajo de las personas y se han dado numerosos casos de depresión, problemas con la conciliación de la vida laboral y la vida personal o aislamiento y confinamiento. A partir de esta situación han surgido proyectos empresariales para solventarlo.

 

 

 

 

El ejemplo de ello es Koa Health, una compañía enfocada a las empresas, para que puedan cuidar el estado psicológico de sus trabajadores. Otros sectores que han vivido cierto auge es el llamado Femtech. Este campo explora las necesidades y demanda del público femenino. Taboada pone como ejemplo el primer índice de salud sexual femenina, que ha surgido de la colaboración entre Gallup y Hologic. 

 

En el apartado económico, según Taboada, la telemedicina “no supondrá que ningún sector salga perjudicado”. La explicación de esta circunstancia es que, por ejemplo, en el ámbito público, el médico ofrece el servicio pero no cobra por visita y por lo tanto no sale perjudicado por el crecimiento de la salud digital. En el caso de la sanidad privada, el contexto es algo más complejo. Existen distintas fórmulas como el copago, la subvención completa o las mutuas que cobran por póliza. En estos casos, el consultor opina que la aplicación, por ejemplo, de las visitas telemáticas “no tiene por qué generar una bajada de los precios, sino más bien al contrario”.

 

La explicación de esta circunstancia es que se generan oportunidades de negocio para otras empresas. Por ejemplo, se pone sobre la mesa la creación de un nuevo canal para realizar visitas, al estilo de Zoom o Google Meets, pero con el añadido de que alguien ofrezca una solución añadida especializada para facilitar el trabajo sanitario. Esta circunstancia generará modelos de negocio que ofrecerán una ventaja competitiva y acabarán entrando en el mercado, según Taboada.

 

La implantación en el paciente es más compleja. Habrá nuevas generaciones que asumirán los cambios en telemedicina y salud digital como algo normal. Es el caso de la Generación Z o los millennials. En el caso de otros sectores poblacionales, como son los de la tercera edad, es más probable que se muestren “más reticentes a cambiar sus costumbres a la vez que aprenden a usar distintas aplicaciones”, según el consultor.

 

 

 

 

Ante esta circunstancia, Taboada opina que se deberá realizar una campaña paralela de márketing y concienciación que ponga en conocimiento la existencia y la seguridad de los nuevos elementos. Según Ignacio Vega, presidente de Cardiva, compañía que ofrece productos avanzados para el manejo del acceso vascular, España “dispone de unas condiciones de conocimiento sobradas, ya que el país ha invertido en una estructura médica y sanitaria muy alta; pero paradójicamente, el suelo industrial del país, en este sentido, es pobre”.

 

Vega añade que España no ha actualizado su industria en las últimas décadas y ahora “no puede volver a perder otro tren; siendo la salud digital una de las industrias con mayor potencial en los próximos años”. Para Vega, este futuro pasará “por sectores como los tratamientos con células madre, la Inteligencia Artificial (IA) o las impresiones 3D; se está avanzando mucho en este último campo en reconstrucciones o creación de tejidos corporales”. 

 

Económicamente hablando estas inversiones no verán sus frutos a corto plazo, sino que se basa más más bien en un esquema de medio y largo plazo. Aun así, Vega afirma que “algunas de estas tecnologías ya se están empezando a implementar, sobre todo en el diagnóstico para la imagen”. Todo ello sin desmerecer la fuerza de la medicina convencional, que se sigue considerando “una inversión segura por ahora”, agrega.

 

Una tecnología clave para la implantación de la salud digital después del Covid-19 es el 5G. Según Adolfo Muñoz, jefe de Investigación en Telemedicina del Isc III, esta tecnología tiene una serie de características que “nos va a ayudar a hacer cosas que antes no podíamos hacer y la medicina no es una excepción”. El 5G tiene distintas características que lo hacen interesante para la salud digital. Una de ellas es la baja latencia, lo que se traduce en un menor tiempo de comunicación y permite reaccionar antes a los hechos. Su aplicación en la salud es que los sanitarios pueden reaccionar a tiempo real, por ejemplo, en la rehabilitación física y entienden mejor la información que se da.

 

 

 

 

También se dispone de una mayor capacidad para transferir información a distintos dispositivos médicos, lo que aumenta el rendimiento y las posibilidades. Un ejemplo de ello lo da Ignacio Vega, que explica la aplicación práctica del 5G. Esta tecnología, según él, “abre la posibilidad de tener muchos más datos y además obtenerlos más rápidamente. Por ejemplo, si una placa la hacen en San Sebastián la podrán ver en Barcelona al momento”. Vega pone como ejemplo el caso más extremo de esta situación. Este caso se daría con la realización de una prueba desde el mismo domicilio del paciente y que, al momento, los mejores especialistas del mundo, en el mejor centro de tratamiento posible, la puedan ver con nitidez y claridad suficiente para hacer un diagnóstico correcto.

 

La implantació de una tecnología de este tipo tiene que suponer unos costes añadidos. ¿Podrían llegar a ser muy elevados llegados al caso? En este sentido, para Muñoz, calcular los beneficios económicos es difícil, ya que la aplicación de la tecnología del 5G tardará cierto tiempo en rentabilizar su aplicación. Además, esto se suma a la problemática de que las nuevas tecnologías entren en un campo tan complejo como es la sanidad. Muñoz, en esta línea, recalca que constantemente se busca un apoyo en la evidencia científica que  pueda justificar la adopción de nuevas tecnologías y nuevos procedimientos, pero que el sistema sanitario suele ser muy reacio a introducir cambios, ya que “no se puede parar y siempre debe estar en funcionamiento”.

 

Ahora bien, según el jefe de Investigación en Telemedicina del Isc III, el Sistema Nacional de Salud (SNS) cada vez está más preparado para enfrentarse a la digitalización y la llegada de la pandemia ha acelerado este proceso: España sufría de carencias y ahora se pueden solventar aprovechando la crisis que se ha derivado del coronavirus. En esta faceta se considera vital impartir la formación correspondiente a los profesionales sanitarios, pero también a la vez informar a la población usuaria de los servicios de salud con el objetivo de que el proceso sea lo más cómodo, ágil y lo más rápido posible.