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Ricard Meneu: “La mayoría de nuevos fármacos aportan muy poco a la sanidad pública”

El médico y vicepresidente de la Fundación Instituto de Investigación en Servicios de Salud de Valencia demanda a los partidos políticos que “no regularicen aquello que ignoran” y se centren en legislar las partes técnicas de la sanidad.

A. Martínez

20 abr 2023 - 04:58

Ricard Meneu: “La mayoría de nuevos fármacos aportan muy poco a la sanidad pública”

 

En el marco de la presentación del libro La Sanitat a la cruïlla post-Covid-19 (Ricard MeneuVicente Ortún y Rosa Urbanos), en el Colegio de Periodistas de Barcelona, Meneu sostiene que, pese a que hay muchas innovaciones farmacológicas, la mayoría aporta muy poco valor a la sanidad, especialmente si se tiene en cuenta el precio de venta. El médico y vicepresidente de la Fundación Instituto de Investigación en Servicios de Salud de Valencia sostiene que “el conjunto de la sociedad debe ser más consciente de qué medicamentos financia el sistema público, porque los sistemas de aprobación y la fijación de precios son demasiado opacos”.

 

Pregunta: ¿Qué problemas de nuestro sistema público se han agudizado con la pandemia?

Respuesta: Se han agudizado todos los problemas conocidos antes de la pandemia, porque la tensión sufrida durante la crisis ha explotado después. Esto es muy razonable, el problema ahora es que estamos dando soluciones equivocadas a problemas que ya teníamos. Un refrán dice que para salir del hoy hay que dejar de cavar. Y nosotros estamos cavando en las mismas direcciones que nos han llevado a estos problemas.

 

P.: ¿Qué puntos fuertes tiene la sanidad pública?

R.: Sigue teniendo un gran capital humano en transición, bien capacitado y con gran experiencia: hay una visión muy amplia y las competencias han mejorado. El mayor activo son los profesionales, y el mayor pasivo la estructura que entorpece el funcionamiento, con numerosas normas específicas, que impiden un servicio correcto. Se impide el acceso a muchos profesionales por culpa de la normativa: yo creo que a veces un profesor de pilates podría hacer la función de un fisioterapeuta, por ejemplo.

 

P.: ¿Qué mecanismos de control externo pueden aplicarse para mejorar la eficiencia del sistema público?

R.: Más que mecanismos de control, necesita mecanismos de responsabilización y de autonomía. Estos mecanismos llegan siempre tarde. Deberíamos comenzar a hacer las evaluaciones de gastos a posteriori y el control por reglas clínicas y comparación continuada, antes. También hay que reconocer, y esto no se dice lo suficiente, que la capacidad de monitorización que nos ha dado la tecnología en los últimos años ha cambiado nuestro mundo. Hasta hace poco, recibíamos el boletín epidemiológico con un año de retraso.

 

 

 

 

P.: ¿Hasta qué punto se digitalizará la atención primaria?

R.: La atención primaria está digitalizada, pero no contribuye demasiado al trabajo de los sanitarios. No porque esté mal hecho, que también, sino porque empeñarse en codificar y simplemente buscar mejores indicadores, sin que el médico y el paciente lo noten en el día a día, nos llevan a un camino equivocado. No todo es digitalizable: una sospecha, una presunción, una alerta… No debería quedar sólo en el sistema.

 

P.: Se dice también que España tiene un problema de acceso a nuevos fármacos.

R.: Eso es lo que dice la industria que vende nuevos fármacos. En el mundo hay muchos nuevos fármacos que aportan muy poco. De hecho, hay muy pocas innovaciones farmacológicas que aporten verdadero valor. Como decían en Mad Men, “las dos palabras que más venden son nuevo y gratis: no es fácil decir gratis, pero casi siempre se puede decir nuevo”. Los nuevos fármacos sí que son nuevos, pero no aportan lo bastante para los precios que tienen.

 

P.: ¿Hay que ser más consciente que nunca de qué financia el sector público?

R.: Yo creo que el conjunto de la sociedad debe ser más consciente de qué financia y en base a qué, porque los sistemas de aprobación y la fijación de precios son demasiado opacos para una sociedad democrática como la española.

 

 

 

 

P.: ¿La sanidad privada es un enemigo o un colaborador de la pública?

R.: En España, el sector privado raramente tiene un origen filantrópico, como en la mayoría de los países, sino que son empresas con ánimo de lucro. Aunque ese ánimo de lucro también lo tienen los profesionales de la sanidad cuando reclaman más sueldo. Su modelo fue muy parasitario del sistema y ha ido hacia una prestación paralela. No es ni enemigo ni colaborador, es un negocio que ofrece un servicio y que es respetable.

 

P.: Qué medidas le exige al partido que gane las elecciones del 2023?

R.: Que no regularice lo que ignora. En este país, en todo este siglo, el Estado no ha tenido ninguna experiencia en sanidad: y si no sabes, no lo toques. Que haga estructuras de cooperación, un consejo que funcione y no sea una escandalera política, que busque aunar lo que se puede aunar, centrándose en las partes técnicas.

 

P.: El sector público español siempre ha tenido buena reputación en el extranjero. ¿Cuál es hoy la marca España?

R.: El sistema público tiene y merece buena reputación siempre que hagamos las simplificaciones habituales, como por ejemplo fijarnos en la esperanza de vida, que es positiva también por el clima y la vida distendida de los españoles. Sí que es de aplaudir la amplia cartera de servicios del sistema y la profundidad de sus prestaciones. Es un sistema que nos podemos pagar y es bastante eficiente. Sin embargo, está tensionado y en algún momento no podemos pagarlo todo.