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Merck, el negocio tricentenario que agrupa a más de 300 sucesores del fundador

La farmacéutica alemana empezó como una botica en 1668. Hoy pervive en el mercado farma global con un sistema de gobernanza familiar único que cuenta incluso con una universidad y programas formativos propios para familiares.

Merck, el negocio tricentenario que agrupa a más de 300 sucesores del fundador
Merck, el negocio tricentenario que agrupa a más de 300 sucesores del fundador
Merck cuenta hoy con una capitalización de mercado de 314.980 millones de dólares.

Quique Badia

7 mar 2024 - 05:00

Pocas empresas farmacéuticas tienen entre sus méritos haber sobrevivido más de tres siglos y medio. El de Merck, en ese sentido, es un caso único. Esta compañía alemana fue fundada como botica en 1668 en la ciudad de Darmstadt y, desde entonces, ha congregado a su alrededor a 319 sucesores del farmacéutico Friedrich Jacob Merck. De estos, 204 son accionistas de la multinacional.

 

La familia Merck retiene en la actualidad un 70,3% de la propiedad de la empresa mediante la sociedad E. Merck KG y un complejo entramado de gobernanza. La cara visible de la saga Merck hoy es Johannes Baillou, miembro de la duodécima generación y escogido presidente de la junta familiar de Merck a finales de enero de este año.

 

Baillou sustituye en el cargo a su primo Frank Stangenberg-Haverkamp, hijo de la pintora Heidy Stangenberg-Merck y el músico y poeta Karl Stangenberg. Stangenberg-Haverkamp es nieto de Marietta Merck, nieta de Carl Wilhelm Merck, el hijo mayor y sucesor de Heinrich Emanuel Merck, fundador de la farmacéutica como tal una vez que el negocio familiar se expandió más allá de la botica a mediados del siglo XIX. Y el actual presidente de la junta familiar, además, es heredero de la rama familiar aristócrata Von Baillou.

 

A día de hoy, la consejera delegada de la farmacéutica es la española Belén Garijo, la única mujer en este cargo en una empresa cotizada en el DAX alemán.

 

 

La impronta familiar se hace patente en su sistema de gobernanza de junta dual, una rara avis en el sector. Este sistema divide la gobernanza corporativa, la que supervisa las operaciones empresariales, del gobierno que atañe a los 204 accionistas de la familia. Así, la gobernanza familiar se estructura en cuatro organismos: la asamblea de socios, que aglutina a los 204 miembros de la familia que además son accionistas; la junta familiar, la junta de socios y la junta ejecutiva de la sociedad E. Merck KG.

 

La asamblea de socios tiene encomendada la elección de trece de sus miembros una vez cada cinco años para que les representen en la junta familiar, que a su vez supervisa la estrategia (que no las operaciones) de la empresa y selecciona a los integrantes de la junta de socios.

 

Es esta junta de socios la que está más directamente involucrada con el negocio farmacéutico. Y aunque forma parte de la rama de gobernanza familiar, ésta junta también cuenta entre sus miembros con personas que no tienen vínculos de sangre con la saga Merck: cinco familiares y cuatro que no lo son. Es este organismo el que designa los miembros de la junta directiva, dónde convergen el gobierno familiar y el corporativo.

 

 

Con tal de garantizar la prevalencia de este sistema de gobernanza, Merck destina una cantidad notable de recursos para formar a las generaciones más jóvenes de la familia mediante programas anuales dirigidos a familiares de edades comprendidas entre los 15 y los 23 años y los 24 y los 35 años. Varias veces al año estos cursos se complementan con encuentros familiares en diferentes ciudades alemanas a los que los Merck asisten con sus familias, y con eventos de dos días pensados para los miembros de las seis ramas familiares de la farmacéutica.

 

Merck cuenta, a parte, con una universidad propia para acompañar a aquellos miembros de las familias que quieran ser parte de la junta de socios. También ofrece asesoramiento a familiares mediante un proveedor externo que diseña actividades formativas adaptadas a las necesidades de cada individuo.

 

 

La farmacéutica alemana pasó por no pocas dificultades durante la primera y la segunda Guerra Mundial. En la primera contienda, el Gobierno de Estados Unidos expropió su filial en el país al considerarla “propiedad enemiga”. Esta medida supuso un fuerte golpe a la multinacional, pues la estadounidense era la rama internacional más importante de Merck. Georg Merck, establecido en Nueva York desde la década de 1880, obtuvo la nacionalidad después de la Gran Guerra y dirigió la empresa como si se tratara de un negocio independiente, que hoy opera bajo el nombre Merck Sharp & Dohme (MSD).

 

A eso se le añadió que el 90% de sus plantas fueron destruidas por los bombardeos aliados durante la Segunda Guerra Mundial. No fue hasta los años 60 que pudo recuperar el poder de antaño.

 

Antes de la derrota militar del Eje, Karl Emanuel Merck, el familiar al frente de la empresa aquellos años, fue un alto cargo del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (Nsdap en sus siglas alemanas) de Adolf Hitler desde 1934. Merck envió un telegrama al líder nazi en su cincuenta aniversario en el que el directivo proclamaba “un voto de lealtad inquebrantable” hacia Hitler. Su compromiso político no tuvo consecuencias para el negocio.

 

 

En 1995, Merck saltó al parqué con una oferta pública inicial que situaba al 25% de su capital en la bolsa de Frankfurt. Esta decisión implicó la entrada de 2.500 millones de marcos alemanes que sirvieron para expandir el negocio. A principios de los 2000, Frank Stangenberg-Haverkamp y Johannes Baillou se situaron al frente de la empresa, abriendo un período de compras estratégicas.

 

De entre estas adquisiciones destaca la de Serono en 2007, una empresa biotecnológica suiza propiedad de la familia Bertarelli. En 2010, Merck compró Millipore, un negocio de ciencias de la vida radicado en Boston, en 2014 adquirió la británica AZ Electronics y en 2015 la estadounidense Sigma Aldrich.