Entorno

La industria farmacéutica, entre el descrédito y la zozobra tras la decisión de Bruselas

La patronal europea del sector farmacéutico teme que el nuevo borrador de ley “sabotee a la industria y aleje a Europa de la vanguardia”, mientras gigantes del sector como GSK o Novo Nordisk tachan la reforma como un freno a la innovación.

A. Martínez

27 abr 2023 - 04:56

La industria farmacéutica, entre el descrédito y la zozobra tras la decisión de Bruselas

 

La industria farmacéutica se inquieta ante Bruselas. El primer borrador de la nueva reforma de la legislación farmacéutica europea en veinte años, presentado ayer por la Comisión Europea (CE), ha despertado ecos de recelo y descrédito en el farma, que teme que la nueva ley “sabotee a la industria y aleje a Europa de la vanguardia”, según ha indicado la Federación Europea de Industrias y Asociaciones Farmacéuticasla (Efpia).

 

La patronal ha avisado, que de implantarse las medidas, la Comisión Europea pasará a la historia por permitir que Europa sólo pueda acceder a innovación médica de otras regiones, asegurando que la nueva normativa “penaliza la innovación y obstaculiza la investigación y el desarrollo científico, ya que representa objetivos imposibles para las empresas”.

 

En esa misma línea, el gigante británico del farma GSK ha asegurado que la ley obligará a las compañías europeas del sector a “invertir en otros lugares si no se regula el crecimiento de la industria y su competitividad”.

 

 

 

Novo Nordisk ha endurecido aún más el mensaje al asegurar que “la Comisión ha tomado la decisión equivocada y ha planteado una propuesta que es un veneno para la innovación y la competitividad en Europa”. Al otro lado del Atlántico, Eli Lilly anticipa que “Europa podría perderse nuevos medicamentos para afecciones como enfermedades cardíacas y cáncer si sigue adelante con la normativa”.

 

¿Pero cuál es el objetivo de la Comisión Europea? En principio, hacer que los medicamentos sean más accesibles y asequibles, reduciendo el período estándar de protección regulatoria de diez años a ocho años. Sólo en caso de que dicho fármaco se comercialice en los 27 estados miembro de la región, podría mantenerse su patente diez años, lo que, según la industria, puede aumentar aún más la distancia en innovación con Estados Unidos y China.

 

El ejecutivo europeo se defiende alegando que la reforma busca crear un mercado único europeo de medicamentos que abarate el precio de los fármacos y los haga más universales. Además, prometen que simplificará los procedimientos de autorización, combatirá la escasez, mejorará la sostenibilidad medioambiental del sector y simplificará la burocracia.

 

 

 

 

El pasado domingo, Alemania mostró su frontal oposición a esta nueva legislación, concluyendo que iba a causar “una reducción significativa en la inversión debido a la incertidumbre del nuevo mercado”, ya que presentar los medicamentos en todos los estados miembro plantea “riesgos considerables”, según Financial Times.

 

Por otro lado, Austria, Polonia, Países Bajos y Eslovaquia ya han replicado contra Berlín. En un documento conjunto enviado a Bruselas, aseguran que el sistema actual necesitaba cambios profundos, puesto que no cumple con los derechos humanos de los ciudadanos de la UE para acceder a tratamientos, a la vez que replica que “los fabricantes de medicamentos europeos reciben incentivos bastante generosos en comparación con otros mercados”.


“Las propuestas de la Comisión Europea enviarán a Europa a la cola de los tratamientos sanitarios, la investigación clínica, el empleo y la inversión mundial”, advirtieron desde Efpia el mes pasado, cuando se filtró un documento oficial. “El texto actual de la legislación farmacéutica revisada sabotearía irremediablemente la industria”, sentenció entonces la asociación.

 

El sector del farma europeo, que durante décadas capitaneó la industria mundial, perdió a partir de los noventa el liderazgo en pos de Estados Unidos, que ha capitaneado desde entonces el I+D y la creación de nuevos medicamentos. En los últimos diez años, el incremento de las inversiones chinas ha dejado a Europa en un amargo tercer puesto.