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David Dalmau (UB): “Ningún hospital está tomando medidas proactivas respecto al cambio climático”

El director de la cátedra de la Universidad de Barcelona dedicada a estudiar los efectos del cambio climático en la salud advierte sobre las medidas económicas a desarrollar para intentar mitigar el problema.

Albert Berrocal

5 oct 2023 - 04:58

David Dalmau (UB): “Ningún hospital está tomando medidas proactivas respecto al cambio climático”

 

David Dalmau es doctor en medicina y especialista en medicina interna y enfermedades infecciosas. El mes pasado, fue escogido para dirigir y gestionar la cátedra impulsada por la Universidad de Barcelona (UB) y la Fundació Docència i Recerca Mútua Terrassa para estudiar el efecto que tiene el cambio climático sobre la salud de las personas. Adoptando un foco traslacional, Dalmau analiza las consecuencias económicas que podrían derivar del impacto del cambio climático sobre la salud de las personas en los próximos años. El cambio de paradigma en las estructuras públicas y la progresiva adaptación de medidas sostenibles por parte del sector privado son los dos grandes ejes estratégicos a seguir para frenar una situación que podría llegar a ser irreversible en un futuro próximo.

 

Pregunta: ¿Qué hay detrás de la creación de vuestra cátedra?


Respuesta: La razón fundamental que explica su fundación es que el espacio de la cátedra acostumbra a ser un fórum que combina no sólo la investigación, sino también iniciativas de formación adscritas a universidades, la difusión de resultados de investigación o la convocatoria de becas. Hablamos de salud y cambio climático desde un punto de vista global, integrando desde profesionales sanitarios a estudiantes de la universidad, con el objetivo de que nazcan nuevas iniciativas que permitan mejorar la situación que padecemos actualmente. En esta dirección, queremos dar apoyo a toda la investigación que respaldamos no sólo dentro de la cátedra, sino también pensando en el consorcio que hemos creado junto a la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC), la Universidad Rovira i Virgili (URV) y el Meteocat. La idea principal es la de profundizar en el conocimiento sobre la magnitud del impacto del cambio climático en la salud de las personas para identificar determinadas enfermedades que creemos que serán más susceptibles de agravarse como consecuencia de los cambios en el medioambiente.  

 

P.: ¿Cuál sería un ejemplo de los problemas a los que se enfrenta el sector actualmente?


R.: Una circunstancia que preocupa sobre manera en todas las instituciones es el colapso de los servicios de urgencias y de las consultas de los hospitales como consecuencia de ciertos problemas de salud, como sucedió con el Covid. Estos colapsos comportan un gasto sanitario enorme, además de que obligan a duplicar y triplicar toda la estructura sanitaria, desde recursos humanos y materiales a los espacios disponibles. El cambio de paradigma como consecuencia del cambio climático puede ser aprovechado para intentar desarrollar acciones preventivas que eviten estas afluencias masivas en los centros de salud, que colapsan el sistema y además reclaman de un mayor recurso financiero.

 

 

P.: ¿Cuáles son las líneas de trabajo que seguirán para solucionar situaciones como esta?


R.: Nosotros nos definimos como una institución transversal y disponemos de todos los datos biológicos, radiológicos, clínicos o terapéuticos de las personas que conforman nuestra área de referencia. Estos datos, posteriormente, los podemos cruzar con registros climáticos que nos facilita el Meteocat, por ejemplo. Con toda esta información cruzada, depuramos e identificamos ciertos parámetros que pueden ser muy útiles para saber cuáles son las personas más susceptibles para sufrir problemas médicos. En este papel, es clave el consorcio con la Politécnica (UPC), que tiene grandes programas de desarrollo en Inteligencia Artificial (IA) y gestión de datos. Además, disponemos de diferentes grupos de investigación dentro de la misma Universidad de Barcelona que trabajan específicamente en distintos aspectos que no necesariamente son médicos, como biólogos, ingenieros o bioinformáticos. Mediante esta transversalidad, facilitamos una serie de conclusiones que promueven la evidencia científica y nos ayudan en nuestro camino para frenar las medidas a tomar para frenar el impacto del cambio climático.

 

P.: ¿Las instituciones públicas están tomando algunas de estas medidas?


R.: El Gobierno español, que ahora ostenta la presidencia de la Unión Europea, convocó hace tres semanas en Murcia una Reunión de Alto Nivel (RAN) que abordó la repercusión del sector salud en el contexto del cambio climático. Esta asamblea discutió las medidas que deberían implementarse en las estructuras sanitarias y hospitalarias en todo el estado español. Actualmente, no existe ningún hospital que esté tomando, de manera evidente, medidas proactivas respecto a este asunto. A nivel político se ha identificado que es un gran problema y que tiene consecuencias tanto sanitarias como económicas, pero no reconoceremos la magnitud de la tragedia hasta que la tengamos encima. Justo ahora se está empezando a despertar una sensibilidad y una preocupación considerable sobre este problema. En Cataluña, que es mi rango de acción mayoritario, tampoco se está haciendo. Todavía no se es lo suficientemente consciente como para desarrollar una estructura ágil bien organizada que permita poder empezar a controlar o identificar cómo debería abordarse esta problemática a escala general.

 


P.: Si las instituciones públicas no responden, ¿puede coger la responsabilidad el sector privado?


R.: Lo privado no podrá hacer nada. Es un sistema que persigue beneficios, y estamos hablando de invertir cuantiosas cantidades de dinero en políticas que no se sabe si tendrán un retorno económico. Otro caso serían el de las iniciativas mixtas, que son las mejores. Sin embargo, la magnitud de la tragedia es tan grande que se necesita de un compromiso internacional general, que provoque un efecto dominó y obligue a actuar a las estructuras políticas de cada país. Las estructuras sanitarias también tenemos nuestra obligación. La cátedra la hacemos porque somos muy conscientes del problema que sufriremos y queremos aportar lo que podamos. El consorcio lo creamos porque si no es con estructuras e iniciativas transversales y transnacionales no seremos capaces de avanzar de manera eficaz.

 

P.: ¿Qué papel juegan las empresas en este aspecto?


R.: Es cierto que muchas empresas están empezando a invertir en sostenibilidad. Ya no hablo sólo de fotovoltaicas, sino de iniciativas que permitan reducir el combustible fósil. Las empresas pueden ser un ejemplo, a pequeña escala, de lo que podríamos ser capaces de hacer en estructuras más grandes. Todos deberíamos tener una cultura de la sostenibilidad mucho más profunda y sólida. Una de las iniciativas que nosotros llevamos a cabo, Compromís Verd, consiste precisamente en concienciar a los profesionales y a los pacientes que vienen a nuestras dependencias para que adopten sistemas más sostenibles. Les facilitamos el camino. De hecho, si el sector fuese un país, las estructuras sanitarias serían el quinto mayor productor de monóxido de carbono. Las estructuras sanitarias somos los primeros responsables para intentar mitigar este contexto. No es sólo hacer investigación en temas de salud, sino también en movilidad sostenible, desarrollar la economía circular, aprovechar los recursos disponibles y reducir el consumo de combustibles fósiles.

 


P.: ¿Es una oportunidad para el nacimiento de nuevas empresas?


R.: Por supuesto. Sobre todo en España, que es un país netamente productor de energía. Las industrias que se posicionan con criterios sostenibles, más allá de que están bien vistas y son un espejo para otras muchas empresas, después desde un punto de vista económico son mucho más sostenibles. Además, gran parte de la inversión que se pueda hacer con iniciativas sostenibles está financiada por los fondos Next Generation, razón de más para intentar dar un paso definitivo hacia iniciativas mucho más ecológicas de las que estamos utilizando hoy en día.

 

P.: ¿En qué posición se encuentra España respecto a los países del entorno?


R.: El gran problema que tenemos, como pasa con muchas otras cosas, es que los países que somos netamente productores de monóxido de carbono somos los países industrializados, pero los que sufren las consecuencias del cambio climático son, de una forma mucho más dramática, los países pobres en recursos, que carecen de estructuras suficientes para paliar su impacto. En el marco de la cátedra, estamos analizando si las estructuras socioeconómicas de nuestra área de referencia pueden marcar una diferencia en el impacto sobre la salud que representa el cambio climático. En función de dónde vives, del tipo de vivienda y de las estrategias que utilizas para mitigar el incremento de las temperaturas, podemos valorar hasta qué punto estas circunstancias impactan sobre la afluencia de las personas que hay en los centros sanitarios y en los índices de mortalidad. España, en concreto, está en la línea de los grandes países industrializados de la Europa Occidental, pero con los recursos en energía solar y eólica podríamos perfectamente superar con creces las necesidades de consumo energético.