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Mario Grande (Nowture): “En veinte años, Google continuará en el ‘top’ por el seguimiento al sector ‘biotech’”

El cofundador y socio de Nowture considera que las compañías del sector biotecnológico estarán entre las de mayor capitalización en dos décadas.

D. Punzano

1 abr 2021 - 04:57

Mario Grande (Nowture): “En veinte años, Google continuará en el ‘top’ por el seguimiento al sector ‘biotech’”

 

“Google en veinte años continuará en el top, pero por el seguimiento del sector biotecnológico”, asegura Mario Grande, cofundador y socio en Nowture, una empresa que impulsa el crecimiento de compañías biotecnológicas y de ciencias de la vida. Grande, emprendedor, ejecutivo e inversor del sector biotech, cree que la industria española puede ser de las tres mejores en veinte años. Para lograrlo, se debe engrasar la colaboración público-privada centrada en el negocio y “canalizar las subvenciones de la administración pública en inversión”, ya que los mecanismos de financiación actuales no se ajustan a las necesidades del sector.

 

Pregunta: ¿Hasta qué punto ha beneficiado la pandemia el sector biotecnológico español?

Respuesta: El sector biotecnológico lleva ya años siendo un sector tractor en España, aunque desde la crisis de 2008 la investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) no ha vuelto a las cifras que había antes de la crisis financiera. El sector biotecnológico ha crecido con paso firme, ha generado mucho empleo y empresas en España. Hasta ahora había sido el hermano pequeño, no había tenido gran visibilidad, pero la crisis del Covid-19 lo ha puesto en el foco. En el ámbito científico, se han visto los grandes avances de los últimos años gracias a los cuales se han podido desarrollar vacunas en tiempo récord. En la parte de inversión, con tanta volatilidad y caos, el sector biotecnológico se ha convertido en un sector refugio.

 

P.: ¿Estaba el sector biotecnológico español preparado para generar tanto interés y recibir tanta atención?

R.: Los actores del sector biotecnológico español convenimos en que es top ten a escala mundial. La ciencia española es muy buena y va ir a más. Teniendo en cuenta estudios y las estimaciones que podemos hacer en base a temas de mercados, patentes o proyectos, el actual top nueve nos puede ascender hasta top cinco o top tres en veinte años. Hay otras cosas que no son tan positivas y tenemos que estructurar mejor. No somos capaces de capitalizar la ciencia o que surjan grandes compañías que la exploten. Hay muy buena ciencia y tenemos buenos proyectos, pero luego no hay empresas. Falta conocimiento para saber cómo convertir la ciencia en empresa, diseñar la ruta al mercado y estar preparado para recibir financiación privada que pueda hacer de ese proyecto en una empresa atractiva. Además, la ciencia española es barata, lo que hace que esos proyectos se acaben yendo al extranjero una vez alcanzan un cierto grado de interés. La propiedad intelectual en ciencia en España vale entre ocho y quince veces menos que en Estados Unidos para el inversor.

 

P.: ¿Qué otros déficits tiene el sector biotecnológico español respecto a otros mercados europeos, de Estados Unidos o asiáticos?

R.: Hay déficits en el ámbito regulatorio del mercado de capitales o regulación mercantil. En Estados Unidos puedes montar una empresa en sólo dos horas, mientras que en España el mismo proceso son semanas si lo haces perfecto. Hay mercados en que las herramientas y el ecosistema para canalizar la inversión son mucho más dinámicos y ágiles que en España. Invertir en biotecnología es más fácil en Estados Unidos, Reino Unido, Alemania o Singapur. Cuando constituir una compañía cuesta tiempo, cuesta canalizar la inversión. El dinero es miedoso, necesita que se entienda todo muy bien y con transparencia y que las cosas ocurran rápido. Si se ralentiza, pierde interés y frustra que las cosas vayan lentas. En España es necesario dinamizar la regulación, aunque es algo que va mejorando y hay un interés creciente.

 

 

 

 

 

P.: ¿Qué objetivos se persiguen en el proceso de llevar una empresa biotecnológica a cotizar en mercados de capitales alternativos?

R.: Se debe a las necesidades de capital de las compañías, que a medida que progresan, cada vez son mayores. La entrada de inversores pequeños es útil al principio, pero para llegar a cifras de varios millones de euros de capital resulta estresante y complicado, por lo que se buscan inversores más grandes. Estos mercados son un escaparate donde la compañía muestra su producto y pretende hacerla atractiva para que otros inversores se interesen. La principal ventaja es la capacidad de captar inversión, un método de financiación sobre el cual hay mucha gente con el foco puesto y pueden conocer tu proyecto. También es interesante el hecho de estar listado y estar cotizando, ya que estar en un mercado alternativo obliga a la compañía a tener unos criterios que hace que esté regulada de alguna forma. Da seguridad jurídica y vela por el inversor mediante un organismo regulador que determina los criterios.

 

P.: ¿Y qué dificultades se pueden encontrar en este proceso?

R.: Poco a poco nos vamos acostumbrando, pero se desconocía que las compañías biotecnológicas no tienen ingresos. Esto choca a los inversores y a las autoridades reguladoras. Son proyectos que lo hacen es consumir capital durante muchos años hasta que comercializan el producto, lo que hace que constantemente estén pensando en levantar capital. El sentir general de los inversores tradicionales era que invertir en biotecnología o ciencias de la vida es invertir y olvidarte durante diez o veinte años. El riesgo de la ciencia se basa en que sale una molécula de cada 10.000 moléculas. De ellas, 250 pasan a fase preclínica y hay cinco que llegan a ensayos clínicos. Es un problema para los mercados de capitales e inversores en general, porque en su cabeza tienen que sólo una molécula de 10.000 es exitosa, cuando está más cerca 1 de cada 5. Los horizontes temporales no son tan largos y el riesgo del proyecto percibido, una vez entran a finales de fases preclínicas o inicios de ensayos clínicos, es mayor que el real. El Covid-19 nos ha ayudado demostrando que se puede desarrollar una vacuna en año y medio.

 

P.: ¿Será el sector biotecnológico el que generará mayor retorno a los inversores en los próximos años?

R.: Es una gran oportunidad para los próximos veinte años. Si cogemos la lista de las compañías con mayor capitalización, habrá una presencia clara de biotecnológicas o relacionadas con biotecnológicas. Las tecnológicas invierten activamente en biotecnología. Google en veinte años continuará en el top, pero por el seguimiento del sector biotecnológico. El sector biotecnológico será uno de los tractores principales. Además, tiene un valor intrínseco muy potente. El oportunismo no existe, tampoco el márketing. El gran valor diferencial de otros sectores es la fortaleza de la propiedad intelectual, no se puede copiar. Al mismo tiempo, la ciencia cada vez es más barata. Eso hace que se pueda fallar mucho más y fallar barato, lo que permite que se puedan hacer proyectos con poco dinero fuera de la industria farmacéutica.

 

P.: ¿De qué forma se puede mejorar la financiación pública hacia el sector en España?

R.: Creo que de momento no se están teniendo en cuenta al 100% las necesidades de las compañías biotecnológicas, ya que se implanta una receta estándar de otros sectores. Se les ofrece préstamos blandos con carencias y está bien que te den un préstamo y dos años de carencia, pero es una patada para adelante. Otro sector te permite sacar a mercado el producto, mientras que en el sector biotecnológico necesitas más tiempo. Se debe canalizar la subvención en inversión. Si el proyecto sale bien, hay un retorno para las arcas públicas. En lugar de gastar, invertir. En los países nórdicos hay fondos soberanos. En España se empieza a ver: el sector biotecnológico es muy particular y no valen las recetas de otros sectores. Con los préstamos, si sale mal, pierdes el capital y cuando sale bien, sólo aspiras a recuperar el mismo dinero. Por otra parte, también es interesante la coinversión, cada vez que invierte un actor privado, que venga acompañado de una inversión pública.

 

 

 

 

 

P.: ¿Cómo se puede maximizar la colaboración público-privada?

R.:. Falta engrasar esta relación, ya que en el ámbito público falta la sensibilidad de negocio. Se piensa en ciencia y con gente que no tiene suficiente experiencia en el sector privado. Si el sector público consigue impulsar la capacidad de atracción y se apalanca y apoya en el ámbito privado, que se caracteriza por tener formas de gestión más optimizadas, conocimiento de llevar productos a mercado y para captar inversión, hay mucho potencial.

 

P.: ¿En este boom del sector, puede perjudicar que una compañía crezca de forma acelerada?

R.: Seguro que hay casos concretos que han apalancado sus proyectos gracias al Covid-19 para crecer más rápido de la cuenta. En general, los buenos proyectos están apalancados en propiedad intelectual fuerte, una hoja de ruta bien marcada y un mercado bien definido. Si no estabas trabajando con algo relacionado con el Covid-19, era difícil sumarse a la ola. El sector es más bien refugio y es un sector robusto que viene con una inercia y hoja de ruta clara. No preveo que haya grandes correcciones.

 

P.: ¿Cuál debe ser la relación entre las biotecnológicas y la industria farmacéutica?

R.: Nos empeñamos en separar industria farmacéutica y biotecnológica cuando son las dos caras de una misma moneda. La biotecnología son productos o terapias o medicamentos que provienen de seres vivos y la industria farmacéutica más tradicional tiene que ver más con la química. Hablamos de biotecnología porque es lo último y más complejo como si fuera la mejor forma de tratar las enfermedades y van surgiendo plataformas sencillas que solucionan problemas complejos de una manera extraordinaria. Llamarlo industria farmacéutica, biotecnológica o biología sintética lo único que hace es explicar la terapia, pero buscan lo mismo: solucionar problemas de las ciencias de la vida. Van a convivir todas juntas, aunque las compañías biotecnológicas van a crecer mucho respecto a las principales farmacéuticas, que tendrán cada vez más un mayor número de productos biotecnológicos en su cartera respecto a los basados en química.